Sebastián Rodríguez Zafra , mas conocidos por “Chano Rodríguez”, del barrio de la Viña, torero de Cádiz, falleció este viernes ( 11 de Abril de 2014 ) a los 83 años de edad en Conil de la Frontera, localidad donde residía, después de una larga enfermedad. Fue un torero que encandiló, no sólo a sus paisanos sino a la afición en general, por sus extraordinarias cualidades de torero de gran clase.Fue un torero tocado por los duendes, un excelente aficionado, y una persona muy querida en su Cádiz natal y en Conil, donde tenia su residencia. Actuó en numerosos ruedos de España y Francia, alternando muchas tardes con Limeño, Mondeño y El Jerezano. Triunfó en Barcelona y Valencia, donde recibió sendas cornadas muy graves, impidiéndole debutar en Madrid y posteriormente tomar la alternativa con lo cual se truncó la carrera de un torero que hubiera conseguido mayores cotas por su torero clásico, elegante y puro. Precisamente, tuvo una peña en su nombre, en la capital del Turia donde es recordado.
Chano Rodríguez en puerta grande de la plaza de toros de El Puerto, donde vistiera tantas veces de luces. En la foto aparece junto a su esposa, su hija María del Carmen y Nini Muñoz, poco después de ser entrevistado por Jerónimo Roldán, de Onda Jerez, que aparece a la izquierda del lector.
Lo de Chano era intuitivo, innato. Es el caso del torero que nace. En aquellos tiempos el ganado venía por la playa hacia el Matadero. Chano se orientaba y por la noche, con un carburo y entre una tropa de aficionados, robaba algún muletazo en las resbalosas corraletas. Las niñas del vecino y legendario cabaret Casablanca (hoy parte de su construcción es la gasolinera) les escondían los trastos de torear bajo la cama. Aquello era moverse muy cerca de ganado palurdo, con volumen. Pero era poco fundamento para una carrera profesional. Curiosamente Chano sumó su primer triunfo en la plaza de Cádiz como boxeador. Fue la primera vez que pisó el ruedo. Entrenado por Soriano, ganó un combate al tercer asalto a Acevedo, con Pulmones de árbitro. De allí pasó a Huelva para combatir por el título nacional, pero lo suyo no era sortear ganchos, lo suyo era burlar la muerte en la cuna de un toro, muy cerca, la figura compuesta y el muletazo trazado con mando y arte. Por fin debutó Chano en la plaza de Cádiz en septiembre de 1952. Uno de los tres festejos en que participó la Escuela Taurina, en cartel con Manuel Irigoyen y José Luis Villodres. Chano cortó una oreja en la becerrada. El siguiente año se fue Chano a Barcelona buscando nuevos horizontes.Tras ese único festejo de su etapa de becerrista, sumó en Olot de Gerona el que sería su único festejo de su etapa de novillero sin picadores. Encontró a un apoderado, Domingo Fernández, un “francotirador” de aquellos años que se movían alrededor de las casas importantes con más habilidad que fuerza. Fernández vio algo en aquel chaval que en Olot se quedaba quieto, toreaba despacio con pases de todas marcas y sorteaba impávido las tarascadas de los correosos erales. Chano respondió y ya en 1954 Domingo Fernández le pone a torear con caballos. Corta dos orejas y rabo en Valencia, un triunfo que le catapulta entre las figuras de la novillería.
Por fin en octubre, con la vitola de sus resonantes éxitos, se presenta con caballos en Cádiz con un triunfo. Ya es torero de cartel también en su ciudad donde vuelve en el 55 con otros novilleros punteros: como Chamaco o Jaime Ostos. A Chano lo llevaban a hombros hasta el Bar Lucero. Pero hubo dos cuestiones fatales: quedarse en Cádiz y las cornadas. En la periferia del mundo del toro, Chano Rodríguez tenía que haber vuelto a Barcelona y Valencia, donde tenía tanto ambiente que sus seguidores formaron una peña de larga existencia. Chano toreaba en Valencia, Sevilla, Barcelona, Zaragoza, Málaga, Granada, Alicante y siempre había una pancarta donde se parapetaban sus peñistas. El Puerto, San Fernando, Vinaroz o Los Barrios y muchas actuaciones en Francia. Pero no había un duro. Lo suyo era torear y quedarse quieto pero no había recompensa. Una vez que fue a Francia sin apoderado, cobró el torero y lo primero que hizo fue comprarle un abrigo de astracán a su madre. Dinero no, pero cornadas sí. No había otra cosa para el que en aquellos años dejaba marcado el número de la zapatilla en el albero. Seis cornadas: dos en Cádiz, dos en Valencias, una en Barcelona, una en El Puerto en la novillada de despedida de Mondeño.
Chano Rodríguez en puerta grande de la plaza de toros de El Puerto, donde vistiera tantas veces de luces. En la foto aparece junto a su esposa, su hija María del Carmen y Nini Muñoz, poco después de ser entrevistado por Jerónimo Roldán, de Onda Jerez, que aparece a la izquierda del lector.
Lo de Chano era intuitivo, innato. Es el caso del torero que nace. En aquellos tiempos el ganado venía por la playa hacia el Matadero. Chano se orientaba y por la noche, con un carburo y entre una tropa de aficionados, robaba algún muletazo en las resbalosas corraletas. Las niñas del vecino y legendario cabaret Casablanca (hoy parte de su construcción es la gasolinera) les escondían los trastos de torear bajo la cama. Aquello era moverse muy cerca de ganado palurdo, con volumen. Pero era poco fundamento para una carrera profesional. Curiosamente Chano sumó su primer triunfo en la plaza de Cádiz como boxeador. Fue la primera vez que pisó el ruedo. Entrenado por Soriano, ganó un combate al tercer asalto a Acevedo, con Pulmones de árbitro. De allí pasó a Huelva para combatir por el título nacional, pero lo suyo no era sortear ganchos, lo suyo era burlar la muerte en la cuna de un toro, muy cerca, la figura compuesta y el muletazo trazado con mando y arte. Por fin debutó Chano en la plaza de Cádiz en septiembre de 1952. Uno de los tres festejos en que participó la Escuela Taurina, en cartel con Manuel Irigoyen y José Luis Villodres. Chano cortó una oreja en la becerrada. El siguiente año se fue Chano a Barcelona buscando nuevos horizontes.Tras ese único festejo de su etapa de becerrista, sumó en Olot de Gerona el que sería su único festejo de su etapa de novillero sin picadores. Encontró a un apoderado, Domingo Fernández, un “francotirador” de aquellos años que se movían alrededor de las casas importantes con más habilidad que fuerza. Fernández vio algo en aquel chaval que en Olot se quedaba quieto, toreaba despacio con pases de todas marcas y sorteaba impávido las tarascadas de los correosos erales. Chano respondió y ya en 1954 Domingo Fernández le pone a torear con caballos. Corta dos orejas y rabo en Valencia, un triunfo que le catapulta entre las figuras de la novillería.
14 de septiembre de 1952. debuta Chano Rodríguez en la plaza de Cádiz y le acompañan un grupo de aficionados como Miguel Morales o Félix, el maestro barbero de la calle Nueva. También aparecen en la foto Inocencio Portillo, Salido, Juan Fuertes, el torero Antonio Martínez “Pericón”, hijo del genial cantaor del mismo nombre artístico y hermano de “Juman”, que tira la foto; y el desaparecido artista flamenco Pepín Cabrales
Toreando en plazas buenas, las novilladas eran grandes y duras. Una cornada le quitó de su debut en dos tardes, jueves y domingo como correspondía a su cartel, en Madrid. Para colmo, saliente de cornada grave, débil y dolorido, tuvo que torear en Cádiz con Emilio Oliva y Corbacho. Aquello fue quemar a un novillero. Cádiz perdió una figura en 1962 y mucho más. Chano se casó en la Merced con su novia de siempre, del barrio de Santa María y formó una estupenda familia. En 1967, con Chano funcionando de matador no se hubiera perdido la plaza de toros de Cádiz. Eso sí, Chano le echó a la vida el temple que había prodigado en el toro y salió adelante con esfuerzo, tesón y habilidad.
La trayectoria cofrade de Chano Rodríguez se centra en la cofradía de la Sentencia, en la Merced. En la foto, un homenaje en el “Comedor vasco” a la mayordomía de la Sentencia en los primeros años sesenta. Arriba, Ramón Vidal Boquete y Francisco Ruiz Couso “Morenito de Cádiz” que fue mozo de espadas de Liemeño. En pie, Rafael Amaya Castiñeira, Chano Rodríguez, Juan Segura Álvarez, Alfonso Sánchez Sepúlveda, Cristóbal de Cos Cáneba, Juan Manuel Duarte Cuenca, José Cabrales Molina, Paco Amaya Castiñeira, Indalecio González y Luis Martín Carretero. Sentados, José Antonio Moragues Roselló, Ricardo de la Fuente Fernández, Manuel Marrero Ortega y Vicente Marcet Zaragoza.
Un coloquio taurino en el Casino Gaditano con ChanoRodríguez compartiendo mesa con manuel Gómez, que fue conserje de la desaparecida plaza de toros de Cádiz; José Yáñez “Figurita”, quien toreó el último festejo celebrado en la desaparecida plaza en julio de 1967; junto a Chano, José Ruiz Calderón “Pepe Manteca”, compañero en la escuela taurina de la calle Mateo de Alba
ARQUEOLOGÍA FLAMENCA TARDE DE TOROS LAS COSAS DEL CONDE CAPOTE DE PASEO
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Creado a partir de la obra de El Conde Gitano
Puede hallar permisos más allá de los concedidos con esta licencia en http://sitiodeluis.webcindario.com/
Datos y fotografías extraídos: de Gentes y Habitantes de Cádiz de Diario de Cádiz
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