martes, 31 de mayo de 2016

Rodolfo Rodríguez "El Pana"

جوس توماس إن جرذ   SITIO WEB


Rodolfo Rodríguez, El Pana, ha vuelto al ruedo. No ha sido una decisión fácil. El torero yace ahora mismo en una cama de la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Civil de Guadalajara (México). Tetrapléjico por una cogida sufrida a principios de mes, no puede moverse, ni apenas hablar. La respiración asistida se lo impide. Pero ha reunido las pocas fuerzas que aún le quedan y, sin más espada que su determinación, ha pedido a su familia y a los médicos que le dejen morir. El Pana no responde a la medicación y su salud sufre un grave deterioro. El matador perdió su suerte el pasado 2 de mayo en una plaza de Durango. En el segundo toro, de nombre Pan de Azúcar, sufrió una embestida, seca y luciferina dicen los que la vieron, que le hizo estrellarse de cabeza contra el albero. Ahí quedó clavado su destino. Los médicos le diagnosticaron una lesión cervical severa con fractura de tres cuerpos vertebrales. En el hospital, le practicaron una traqueotomía e intentaron reparar las vértebras. A sus 64 años, de nada sirvió. Inmóvil y sometido a ventilación mecánica, el diestro sufrió un paro cardiaco y vio diluirse el color de la vida.Los médicos han decidido evitar cualquier encarnizamiento terapéutico. Saben que la vida del paciente pende de un hilo. Supo entonces, sin perder en ningún momento la consciencia,que ya nunca más se movería ni respiraría por sí mismo.“Las lesiones son irreversibles, no hay curación posible”, detalla el director del hospital, Francisco Martín Preciado Figueroa. En ese estado, el matador empezó a comunicarse con familiares y médicos. Movimiento de labios, susurros casi inaudibles, miradas, parpadeos, incluso sonrisas. Así hizo saber su última voluntad: “Doctor, déjeme morir”. Los médicos han decidido evitar cualquier encarnizamiento terapéutico. Saben que la vida del paciente pende de un hilo. “Actuaremos con criterio ético y no iremos más allá de lo necesario”, explica el doctor Preciado, “es muy posible que sobrevengan situaciones que se ajusten a su voluntad. Ahora mismo, su esperanza de vida se mide por turnos”. Desde que El Pana hizo su petición, ha perdido interés por el mundo. Sus latidos son cada vez más lentos y la fiebre no le abandona. “No quiere comunicarse, cierra los ojos y evita mirarte”, dice el médico. En el aire flota un compás de espera. Pero también un desafío. Quizá el envite sea una respuesta a los que tanto se burlaron de él. Sus ademanes excesivos, el falso acento andaluz, los habanos como trabucos, le hicieron durante años el hazmerreír de los puristas y le vetaron de los grandes cosos. Más personaje que figura, quiso ser estrella, pero nunca dejó de ser humano. Hijo de un policía judicial asesinado, se lanzó al ruedo por necesidad. Vendió gelatinas, trabajó de sepulturero, amasó panes (de ahí el mote) y más de una noche la pasó en la cárcel. Fue un torero del hambre, no de la gloria. “Yo vengo de una época en la que uno quería torear para triunfar y comprarle una casa a su madre, ahora los chavales quieren vender la casa de la madre para ser toreros”, llegó a decir. . Y fue en una de sus falsas despedidas donde, por un instante, brillaron las luces de la fama. El 7 de enero de 2007, en la Monumental de México, decidió dar un adiós que retumbase tanto como el desprecio que le había acompañado a lo largo de sus 28 años de carrera. Ante decenas de miles de aficionados, en una corrida retransmitida por televisión y que seguía el mismo presidente Felipe Calderón, espetó: “Brindo por las damitas, damiselas, princesas, vagas, salinas, zurrapas, suripantas, vulpejas, las de tacón dorado y pico colorado, las putas, las buñis, pues mitigaron mi sed y saciaron mi hambre y me dieron protección y abrigo en sus pechos y en sus muslos, y acompañaron mi soledad. Que Dios las bendiga por haber amado tanto”. Eso dijo y después, evidentemente, volvió al mundo de los toros. Inició entonces un crespúsculo lánguido, como su estilo, que le llevó a ser el matador con más años en las plazas de México. Hasta el pasado 2 de mayo. Esa es la historia de El Pana. Ahora, los médicos aseguran que nunca más podrá torear. Posiblemente estén en lo cierto. Pero no lo es menos que, aún preso de sí mismo, ha lanzado su último desafío desde la cama del hospital. Gane o pierda, ya da igual, la suerte está echada.


               


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jueves, 12 de mayo de 2016

Jose Tomas en Jerez de la Frontera. Feria del caballo 2016

   


Hay quien llevaba esperando este día desde agosto de 2014, ya que en Málaga fue el último paseíllo en España de José Tomás. Los más afortunados esperaban desde el 31 de enero, la ultima ocasión en que se vistió de luces en la Monumental de México. Otros desde el 16 de mayo de 2009, fecha en la que compareció en el coso jerezano con un cartel muy parecido, también con Padilla y Núñez del Cuvillo. Manzanares completaba el cartel en la tarde más esperada. Y mereció la pena. La terna salió a hombroscon una excelente corrida de Cuvillo.
La ovación no se demoró y tras romper el paseíllo el de Galapagar invitó a sus compañeros. Antes hubo otra para una pancarta desplegada en el tendido con un «¡Viva España, su Monarquía y la Fiesta Nacional!». Hasta el Rey Don Juan Carlos, la Infanta Elena y Victoria Federica, en una barrera, no quisieron perderse la reaparición de José Tomás. En la plaza había más de nueve mil almas venidas de todo el planeta taurino y no taurino. Cifra que contrastaba con el puñado de antitaurinos a los que se les permitió –una vez más– insultar a escasos metros de la plaza. 
Antes de salir el segundo se arrancaron las palmas por bulerías. El madrileño salió a los medios. Por chicuelinas ajustadísimas fue el recibo. En el quite entusiasmó por gaoneras, desmayado, muy quieto, en el centro del anillo, donde brindó al público que soñó con una faena de rabo a «Lanudo», un toro extraordinario al que se le premió con la vuelta al ruedo. No en vano era hijo de un semental del mismo nombre que fue indultado en Algeciras. Tomás volvió con su mejor toreo, con naturales lentísimos. Hubo cinco a cámara lenta que desataron la pasión. Y un farol. Y luego más naturales, de mano baja, con el pasodoble «Manolete», durmiendo la embestida. Temple, profundidad, personalidad. Una locura. ¡Qué forma de torear al natural! La plaza rugió en oles rotundos. Lo cuajó en una labor maciza premiada con los máximos trofeos. Y quedaba otro. 
Con «Guerrita» no pudo lucirse con el capote, pero se fue sin dudarlo a los medios. El toro no tenía el mismo ritmo que los anteriores, pero el pulso y el temple se los dio José Tomás llevando la embestida a media altura y con suavidad. Y de nuevo al natural consiguió ralentizar la embestida en la verticalidad, muy quieto y pasándoselo muy cerca. Otra oreja que remataba una actuación completa. Padilla, que toreaba en casa, abrió plaza por tafalleras y se llevó una tremenda voltereta en el tercer par con los palos. Se lo llevaron a la enfermería y tras unos minutos de confusión salió con un apósito en la frente. Tras un brindis al Rey emérito desplegó su toreo, hasta con molinetes de rodillas, ante un astado nada fácil y exigente al que había que llevar muy tapado. Entregado y molestado por el viento saludó una ovación. 
Se entregó en el cuarto –otro toro extraordinario– con el capote y en banderillas, ahora sí con buenos pares. Padilla lo recibió de rodillas con la larga cambiada, un galleo para llevarlo al peto y afarolados en el quite. El comienzo de faena fue vibrante, de rodillas, una labor de largo metraje de más entrega que calidad, marca de la casa. El público pidió los trofeos que al final fueron dos. José María Manzanares se reencontró en un quite por chicuelinas al tercero, con la mano muy baja, recordando a su padre, y abrochó con una media sensacional. El alicantino brindó a la faena a otro toro con mucha calidad en su embestida al que Manzanares toreó con temple. Mejor de mitad de faena en adelante, con mejor acople y enroscándose en los pases de pecho. Fueron series cortas, pero conectó con el público, que se entregó definitivamente en la estocada recibiendo, que ya valía una oreja. 
Al sexto, ya de noche y con la media luz de la plaza, Manzanares lo toreó en los medios. El toro reponía después de cada muletazo. Insistió primero con la diestra y también en una serie con la zurda. Sonó la música para una labor larga con la lluvia arreciando. Tras la estocada tardó en caer, se eternizó con el descabello y se enfrió el ambiente. La corrida de José Tomás era una cita que había sido calificada como el acontecimiento taurino del año, que había copado la actualidad informativa y que situaba a Jerez de la Frontera y a su Feria del Caballo en el epicentro del interés. El coqueto coso abonado al completo, con las entradas agotadas y la reventa haciendo su agosto a miles de euros –aunque a última hora se cerraban tratos por menos de cien euros–. Tras lo de ayer ya había quien pensaba en sacarse las entradas para la Feria de Hogueras de Alicante. Es la próxima cita del torero: el 24 de junio.

               


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sábado, 7 de mayo de 2016

Indulto de "Cobradiezmos"


   




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