jueves, 25 de febrero de 2016

Pablo Hermoso de Mendoza. Biografia


El lunes 11 de abril de 1966, en la población de Estella, provincia de Navarra, España; nace el último hijo del matrimonio formado por los señores Pablo Hermoso de Mendoza Galdeano y Natividad Cantón Baños. El varón es bautizado con el nombre de Pablo, como su padre, con quien al paso del tiempo compartirá también el profundo gusto por el mundo de los caballos. La infancia de Pablo Hermoso de Mendoza transcurre en su ciudad natal, donde combina sus estudios en el colegio de "El Puy", con su ya cada vez más creciente afición por la equitación. Quienes le recuerdan de aquella época cuentan sobre un chiquillo alegre y travieso que al terminar sus clases de inmediato se dirigía a casa para realizar su mayor gusto: montar un caballo pony. A los cuatro años de edad Pablo ya participaba como alguacilillo en la plaza de la ciudad que lo vio nacer, y con solo ocho años obtuvo el título de campeón infantil de hípica del norte, ganando con ello el derecho para participar en los Campeonatos de España en su categoría. 
En su adolescencia se traslada a la ciudad riojana de Logroño, y es ahí donde se presenta la circunstancia que cambiará en definitiva el sentido de su vida. Corría el año de 1981, cuando cierta tarde le tocó presenciar la retransmisión en televisión de una corrida de rejones cuyo cartel estaba integrado por Manuel Vidrié, Alvaro Domecq hijo y Joao Moura. A Pablo le impactó profundamente todo lo que los jinetes hicieron en el ruedo, pero especialmente la expresión que proyectaban los caballos al enfrentar al toro; a tal grado que terminado el festejo quedó fija en su mente una sola idea: ser torero a caballo. 
Tiempo después Pablo conoce a Miren Tardienta Araiz, quien comparte con él no solo haber nacido en la misma ciudad, si no también el gusto por los caballos, demostrando ser una excelente amazona. Esta amistad evolucionó hasta transformarse en un amor pleno, mismo que fue bendecido en la iglesia del Monasterio navarro de Irache, el 4 de diciembre de 1994. Miren ha representado desde entonces un apoyo incondicional de gran valía para Pablo. Mujer sencilla e inteligente que ha sabido amalgamar las tareas del hogar con el impulso a la profesión de su marido. Como feliz corolario de esta unión, el 13 de agosto de 1999, nacieron los mellizos Paula y Guillermo, quienes a partir de esa fecha otorgaron un sello de algería especial a la familia Hermoso de Mendoza Tardienta, la cual posteriormente se incremento con la llegada, de su tercer hija, Alba, quien coincidentemente también nació en un mes de agosto, el día 4, pero ahora de 2004. La familia Hermoso de Mendoza Tardienta vive en una preciosa finca ubicada en el paraje estellés de Noveleta, a las afueras de la románica ciudad y muy cerca de la Autovía que conecta a Logroño con Pamplona. Su intención es seguir viviendo cerca de sus raices y llevar una convivencia como una familia normal, acompasando la profesión del jefe de casa con todos los quehaceres y responsabilidades que demanda el estilo de vida de la sociedad actual a la que pertenecen.
ES EL UNICO TORERO DE A CABALLO QUE CUENTA EN SU PALMARES CON HABER SALIDO EN HOMBROS POR LAS SEIS PUERTAS GRANDES MAS PRECIADAS DE LA GEOGRAFIA TAURINA: MADRID, SEVILLA, MEXICO, BILBAO, BOGOTA Y NIMES. Y PARA ELEVAR AUN MAS EL LISTON, LAS TRES PRIMERAS MENCIONADAS EN UNA MISMA TEMPORADA.



Apoderado: Oscar Martínez Labiano (Casa Chopera)

Administrador, comunicación social y fotografía: Juan Andrés Hermoso de Mendoza

Auxiliadores: José Francisco Serrano Franco "Grenho", José Manuel Rodríguez Fácila y Manuel Goncet "Lechero".

Mozo de espadas : Joaquín Echeverría

Ayuda del mozo de espadas : José Manuel Galdeano "Koskolo"

Caballerangos: Pepito, Paco, Luis, Lucia y Sofia

Choferes: Joaquín Echeverría e Ismael González

Veterinario: Francisco Ganuza

Representante en México: Jorge Canales

DOMA

La doma es el medio que ha permitido a Pablo Hermoso de Mendoza aprovechar al máximo el potencial de cada uno de sus caballos toreros, favoreciendo su flexibilidad y convirtiéndolos en auténticas muletas de 500 kilos de expresividad. 
Apasionado defensor de la doma clásica, Pablo ha sabido conjugar la experiencia y los conocimientos adquiridos en todo estos años de contacto tan cercano con el mundo equino, enfocándolos hasta conseguir que sus monturas se conviertan en engaños con múltiples posibilidades de aprovechamiento a la hora de estar en el ruedo frente al toro. Tal logro involucra un trabajo exhaustivo en el adiestramiento e implica que los equinos utilicen y exploten gran parte de su anatomía a favor de la lidia, siendo capaces de tocar y tirar de los toros mediante el movimiento de partes específicas de su cuerpo; desde la cola, con la que ha llegado a tirar de los toros cual si fuera la punta de una muleta, hasta el cuello, elemento tan sutil a la hora de realizar los cites, sin dejar de mencionar la forma en que puede llegar a desplazar las embestidas con el cuarto delantero del caballo o la misma grupa. Para entender los alcances de la doma en la concepción de Hermoso, se debe partir de una premisa concreta: la doma no es solo mando sino también fidelidad. El caballo confía en su jinete, que es quien le manda, y da total crédito a un empeño en el que no cree. Pero va al toro, sinónimo de peligro, por esa misma fidelidad hacia quien le monta. Cuando las cosas salen bien y supera avante ese peligro, el caballo ha subido otro peldaño en la escala de su valor. La doma clásica es más acople que sometimiento, mas fidelidad que temor, Y aunque el caballo ha de sentir siempre la autoridad de quien le monta, no habrá nunca temple en el toreo si no existe un acople total entre jinete y corcel. Los caballos de Hermoso de Mendoza son seres libres, embocados de forma muy liviana y con sillas recortadas que les otorgan mayor libertad en sus movimientos. Pablo procura improvisar con ellos un ballet ecuestre, teniendo como partitura las condiciones con las que cado toro sale a la plaza. El sugiere, mediante ayudas imperceptibles, las suertes que en cada momento de la lidia crearán mayor belleza y torería, consintiendo a sus equinos, sin lastimarlos. Los dos se deben fundir como una pareja de baile, para poder deslizarse al mismo compás, sentir la misma ingravidez, en suma tener una comunión total y ponerla de manifiesto en la cara del toro. 




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